En la búsqueda de técnicas que nos permita un camino a seguir para el esclarecimiento de una muerte o asesinato, se utilizó una herramienta que ha sido de mucha utilidad. La Palinología, disciplina proveniente de la botánica, dedicada al estudio de las esporas y el polen, se basa principalmente en el análisis de la morfología externa y su genética, el estudio de dicha estructura nos ofrece las diferentes variaciones que contiene cada sedimento encontrado dentro, fuera o en el entorno del cadáver o en la escena de un crimen.
Históricamente los granos de polen han demostrado su resistencia al paso del tiempo permitiéndoles existir desde el inicio de nuestros tiempos. Estos han sido encontrados por paleontólogos en diversas catacumbas de faraones y su estudio les ha ofrecido un amplio panorama de lo que era la vida de las personas, sobre su alimentación, tipo de fauna que prevalecía, clima, temporada de germinaba y cosecha.
Nehemias Grew (1628-1711) fue uno de los primeros autores en hacer la descripción morfológica de pólenes, pero fue a partir de los años 40 que otros realizaron un proceso de descripción de pólenes y esporas, proponiendo claves para su identificación
Cada semilla tiene una capa proteica externa muy específica dependiendo su especie, estas están conformadas por una membrana exterior (exina) la cual es tan resistente que puede soportar muy altas temperaturas, tolerando degradación biológica y química, lo que permite que su estructura se preserve y dependiendo de la zona geográfica de donde proviene sus componen serán diferentes, esto a simple vista no se dictamina, solo un experto en el tema podrá identificar meticulosamente bajo un microscopio y diversos análisis el ADN del ejemplar.
El polen se encuentra en las antenas de las flores, conteniendo células masculinas que darán origen a una nueva planta, al igual que las esporas, que son corpúsculos reproductores de plantas como los helechos, algas, musgos y hongos. Estos microrganismos se han convertido en un bio-marcador que nos ofrecerá información en el área forense para detectar lugares (si fue trasladado un cadáver de la escena de crimen primaria), personas relacionadas con los indicios o temporadas del año en que sucedió el crimen.
Conjunto Palinológico
El primer caso documentado en el que se usó la palinología para la resolución de un crimen fue en Australia en 1959, el reporte por la desaparición de un hombre cerca del rio Danubio movilizo a las autoridades en su búsqueda, sin cuerpo o indicios de su paradero se comenzó a investigar a personas cercanas al desaparecido; los agentes se enfocaron en un hombre con motivos para matarlo.
Como parte de la investigación se revisaron sus movimientos el día de la desaparición, se inspeccionó su casa, vehículo sin encontrar ningún indicio, por último.
Se solicitó su ropa y en los zapatos los investigadores hallaron un tipo de barro, que fue enviado al palinólogo Wilhelm Klaus, de la Universidad de Viena, para su análisis.
El resultado arrojo que había unos granos de polen de pino, sauce y aliso, así como unos granos de polen de unos 20 millones de años de antigüedad, extraídos de un deposito expuesto de la edad Miocena, esa área quedaba a 20 km.
Al norte de Viena, sobre el Valle del Danubio, solo esa zona contenía esa mezcla de polen, cuando se confronto dicha evidencia con el sospechoso, el imputado confesó el crimen y dio a las autoridades el lugar exacto donde había enterrado el cuerpo.
La importancia del proceso de recolección, guarda y custodia de la evidencia es importantísima en estos casos, ya que cualquier contaminación natural o intencional puede ser posible y el resultado de dicha investigación quedaría anulada.
Lamentablemente esta técnica ha sido poco utilizada ya que son contados los especialistas en ese campo.