Estamos a escasos tres años de celebrarse la justa mundialista en Qatar y la mayoría dirá que sí, que es lo «justo», lo «merecido» formar parte de ella, pero les expondré el porqué considero lo contrario.
¡No!, por la incapacidad de algunos jugadores que no demuestran su carácter ante un mal resultado.
¡No!, porque gracias a los torneos cortos tenemos campeones desechables y por ende futbolistas de mala calidad.
¡No!, porque cuando el futbolista mexicano se va al extranjero se siente intocable, necesario e indispensable para el equipo, no importa que se la pase en banca o se considere grande en un equipo de segunda.
¡No!, porque nuestra liga gracias a la corrupción y al fraude, está sumida en la mediocridad haciéndola desconocida a nivel mundial.
¡No! porque cada 6 meses apuradamente 3 o 4 equipos logran destacarse dejando al resto navegando en la mediocridad absoluta.
¡No!, porque el sotanero de hoy es el probable campeón de mañana.
¡No!, porque se han creado ídolos e inflado jugadores más por publicidad y mercadeo que por talento, hambre de triunfo, falta de compromiso o peor aún … falta de amor a su camiseta.
¡No!, por la falta de respeto a esa noble afición que paga mínimo un boleto esperando ver un espectáculo y termina lamentando el gasto realizado.
Los torneos cortos nos han dado campeones desechables, jugadores de media vida, lo cual es una lástima pues en México tenemos todo para contar con una de las mejores ligas a nivel mundial (infraestructura que puede mejorarse, una enorme y noble afición por el fútbol y jugadores realmente comprometidos con su profesión).
Mientras dueños de equipos, directivos y jugadores no tengan visión o busquen trascender, nuestro fútbol, seguirá dando los pésimos resultados que a gritos nos dicen porque no debemos ir al mundial.