El modelo de familia en México ha resultado ser más violento para la infancia y peor desde el inicio de la pandemia por #Covid_19, pues según un estudio de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México, tres de cada cuatro menores reconocer ser víctima de violencia en su propia casa.
Con base en información de 2018, en el Estado de México el 60 por ciento de niños, niñas y adolescentes reconocía vivir situaciones de violencia dentro de su propia familia; tendencia que aumentó al 79.3 por ciento entre abril y mayo, los primeros meses del encierro obligado por la emergencia sanitaria.
Esto quiere decir que al decretarse el aislamiento social, ocho de cada diez menores de edad era víctima de abusos y ofensas físicas y emocionales por parte de sus padres, madres y otros integrantes adultos de su familia.
Juana Inés Jiménez Perdomo, subdirectora de atención a grupos en situación de vulnerabilidad de la CODHEM dijo que al declararse la cuarentena a finales de marzo, realizaron un recorrido por todo el territorio estatal para analizar las condiciones de violencia intrafamiliar.
Un primer recorrido lo realizaron entre abril y mayo y posteriormente con el apoyo de la organización internacional de contraloría en derechos humanos, realizaron otro diagnóstico entre julio y agosto, que ya mostró una ligera disminución en casos, pero poco significativa.
A finales de agosto el 74.9 por ciento de menores se dijo víctima de violencia en sus casas (tres de cada cuatro), por lo que la funcionaria reconoció que la convivencia en los hogares ha sido más tensa de lo normal y las personas adultas no han sido capaces de compaginar su vida profesional y la atención sana y amorosa hacia sus hijos e hijas.
Mayte Góngora, sicoterapeuta especializada en atención familiar reconoce que la ansiedad provocada por la pandemia tensa la relación entre integrantes de las familias, por lo que recomendó establecer horarios y rutinas que permitan romper con patrones que generen estrés. (Ver video)
«Cada quien su tiempo, cada quien su espacio», así cada integrante de la familia se sentirá menos invadida y por lo tanto estreada por otra persona y eso reducirá las reacciones violentas.
También es importante fomentar la independencia de cada niño y niña y que sean responsables de sus propias actividades domésticas y académicas.
¿Y el gobierno?
Juana Inés Jiménez, de la CODHEM dijo que entre noviembre y diciembre están realizando un tercer recorrido para conocer la situación más reciente al interior de lo que llamó «familias multiestresadas» y que algunas dependencias del gobierno estatal y municipales les han pedido los datos de sus diagnósticos para diseñar políticas públicas de atención.
El Gobierno del Estado de México no ha informado sobre acciones, programas ni recursos financieros específicos para atender la violencia intrafamiliar y mantienen su negativa de dar entrevistas a CNX Noticias sobre cualquier tema.
Violencia diferenciada
Según los datos recabados por la CODHEM sobre violencia intrafamiliar en contra de niños, niñas y adolescentes, la ubicación geográfica es un factor diferenciador en el tipo de violencia que se ejerce contra este sector de la población.
Las zonas urbanas reportan más casos de violencia física y falta de atención y acompañamiento en las actividades escolares a distancia, que coinciden con horarios laborales de las personas adultas.
En tanto en las zonas pobres y rurales prevalecen los casos de abuso sexual a las niñas, se les niega el acceso a la educación y tanto niños como niñas son más expuestos al trabajo no remunerado.
De acuerdo con el informe «Impacto de la pandemia de Covid_19 en los derechos de la infancia en México, desafíos y oportunidades», elaborado por la Red por los Derechos de la infancia en México (Redim), la alerta sanitaria ha incrementado los niveles de pobreza en niños, niñas y adolescentes.
La mitad de la infancia en México está sumida en la pobreza y en el caso del Estado de México seis de cada diez niños, niñas y adolescentes son pobres, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval).
Adicional, el 62 por ciento de menores es obligado a trabajar y perciben menos del salario mínimo o no reciben remuneración alguna, pues la mayoría trabaja en el sector informal, lo que representa otra forma de violencia exacerbada por la pandemia.