Hace un par de semanas, en mi convivencia con algunas personas centroamericanas en tránsito por México, escuché expresiones como estas: “Dicen que a inicios de año las cosas van a cambiar en Estados Unidos”, “Trataremos de entrar a Estados Unidos, porque con el nuevo Presidente las cosas serán diferentes”, “Ya nos estamos preparando para irnos al norte (de México) y esperar a que entre el próximo Presidente para poder cruzar”.
A partir de escuchar eso y ver un brillo de esperanza en los ojos de algunas personas, reflexioné acerca de las formas en que una decisión política o gubernamental puede influir en la vida de las personas de a pie, principalmente, en quienes se encuentran migrando por alguna latitud del mundo, y que van desarrollando estrategias de movilidad para lograr sus objetivos. Muchas de esas estrategias son altamente arriesgadas, pero la mayoría de ellos y ellas, dejan en manos de Dios, lo que pueda venir.
Por ello me pregunto: ¿Qué tan poderosa es una decisión política? ¿Cómo puede influir la creación o modificación de una ley en el tránsito de la vida de las personas? ¿Qué tanto, el poder desde arriba, mece la cuna de los de abajo? En el tema migratorio, ¿se podría decir que las estrategias de movilidad, dependen de las grandes decisiones políticas, o estas son sólo una herramienta más de la negociación que la sociedad puede tener con los poderes políticos?
El demócrata Joseph Robinette Biden, mejor conocido como Joe Biden, desde su campaña electoral, se ha mostrado completamente comprensivo con las dificultades que significa la inmigración indocumentada en Estados Unidos. Ahora, como Presidente electo, ha expresado su interés en trabajar en un nuevo enfoque de la migración regional, que permita más alternativas de migración. Por un lado, busca lidiar con las causas de la migración centroamericana a través del desarrollo regional, y por otro, construir una infraestructura capaz de facilitar un enfoque más ordenado y humano de la migración centroamericana, que respete, ante todo, las normas internacionales sobre las solicitudes de asilo, dijo en la entrevista que sostuvo con el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Dicha postura, claramente, es contraria a la del republicanoDonald Trump, quien mantuvo un discurso de criminalización de la migración. Y es que “las ideologías son fundamentales en la toma de decisiones por parte de los gobiernos, pues no van por la misma ruta éstas decisiones cuando se habla de un gobierno de derecha o de izquierda”, como menciona la politóloga mexiquense Martha Nateras González.
Biden ha propuesto también revisar, e incluso, terminar con el programa “Quédate en México” o “Remain in Mexico”, aplicado desde 2019, y que ha obligado a 70 mil solicitantesde asilo en Estados Unidos, a esperar en México mientras se realiza su proceso. Dicha decisión política, ha vulnerado todavía más a las personas solicitantes de asilo, pues son dejadas a su suerte en la frontera norte de México, en condiciones precarias y proclives a secuestros, extorsiones, discriminaciones, e incluso, desapariciones y asesinatos. “Me dio miedo que me secuestraran en Tamaulipas”, dijo un migrante nicaragüense de 34 años, quien en plena pandemia cruzó a Estados Unidos, pero lo regresaron a México, dejándolo en Matamoros. Ahora, su único sustento es un permiso de 180 días para estar en México.
Biden, en sus discursos más recientes como Presidente electo, ha dicho que en los primeros 100 días de su gobierno,que inicia el 20 de enero de 2021, reabrirá las peticiones de asilo, suspenderá las deportaciones y legalizará a todos los dreamers. Aunque esta nueva política migratoria, requerirá el apoyo del congreso estadounidense, el nuevo Presidente de Estados Unidos, tiene un amplio poder para proponer reformas y lograr el apoyo que estas requieren, como lo hizo Donald Trump durante los últimos 4 años.
Considero que el tema de fondo es el ejercicio del poder, delos de arriba contra los de abajo, pues el poder no es sólo una palabra o una situación, sino es un modo de acción de unos sobre otros, es decir, este existe sólo cuando se ejerce. El sociólogo francés Michel Foucault, define al poder como “un modo de acción, que no actúa de manera directa e inmediata sobre los otros, sino que actúa sobre sus acciones”. Aunque también, “es común hablar de poder político cuando se hace referencia al uso de la fuerza y de la coacción por parte del Estado”, como afirma NaterasGonzález. Este tema sin duda, es amplio y complejo.
Desde la perspectiva de Foucault, una de las principales formas de ejercer el poder es a través de la producción e intercambio de signos, por ello, está claro el poder que ejerce el gobierno de Estados Unidos sobre los migrantes centroamericanos, principalmente, a través de sus discursos, que actúan indirectamente en las acciones de las personas en movilidad. De acuerdo a lo que escuchan en las noticias o a través de conversaciones informales, toman sus decisiones o cambian sus estrategias de migración.
Así, lo que dicen los Presidentes de Estados Unidos impacta directamente en la movilidad humana, ya sea con un poco de esperanza, o con más miedos para cruzar la frontera, pero hace que las percepciones y las cosas cambien. Por eso es importante reflexionar acerca de las decisiones desde el gobierno, no sólo como política nacional e internacional, sino como parte de la construcción de las sociedades y las dinámicas de movilidad humana, que a su vez, negocian con las mismas estructuras políticas, pues a lo largo de la campaña, la misma sociedad latina en Estados Unidos, cuestionó a Biden sobre sus propuestas ante la migración, lo cual, también influyó en que el tema formara parte de su discurso electoral.