Para iniciar, quiero expresar mi admiración a los profesores y profesoras de todos los niveles educativos, quienes ejercen una de las vocaciones más nobles. Compartir, enseñar, guiar, acompañar, cuidar y sensibilizar son algunas de sus funciones. Mejor dicho, son algunas de sus valiosísimas aportaciones a la sociedad. Hoy quiero dedicar estas líneas a ellas y ellos (me incluyo).
A finales de junio, acudí a un cibercafé a imprimir un documento de evaluación que me solicitaron firmar en la Universidad donde imparto clases. Creí que no estaría abierto y que la búsqueda de un lugar para impresión sería tortuosa, pero no fue así. Mientras esperaba las impresiones, observé a una mujer adulta de aproximadamente 45 años, sentada al lado izquierdo del encargado del ciber, revisando una lista de asistencia y dictando información al encargado. Intuí que era una profesora que estaba solicitando ayuda para subir las asistencias de sus alumnos al sistema de la escuela donde trabaja. La noté algo nerviosa e incómoda, por eso llamó mi atención. No investigué más porque estaba concentrada, no quise interrumpir, pero fue un momento de mucha reflexión para mí.
Pensé en lo difícil que debe ser para ella no sentirse independiente como antes, pues necesita acudir a un lugar extraño a solicitar el apoyo de una persona extraña, para realizar una actividad tan común como pasar asistencia. Además, pensé en la cantidad de dinero que debe invertir en el pago del tiempo en el cibercafé, si es que asiste diariamente, así como el proceso para explicarle a otra persona cómo hacer algo que también es nuevo para ella. Eso me llevó a pensar en las múltiples dificultades a las que los maestros y maestras nos hemos enfrentado desde que nos convertimos obligatoriamente en profesores y profesoras virtuales. La emergencia sanitaria modificó nuestra dinámica de vida y la forma de ejercer nuestra hermosa profesión. Nos puso retos, muchos retos. Creímos que pasaría pronto, pero a más de 4 meses del inicio del encierro obligatorio para cuidar nuestra salud, esos retos continúan, y parece que ya no se detendrán.
Por ello, quiero presentarles algunos testimonios de maestras y maestros mexicanos de diferentes niveles, para conocer cuáles han sido las principales dificultades a las que han hecho frente y reconocer el esfuerzo que hacen todos los días. Hoy, ellos y ellas hablarán.
Una de las cosas más difíciles que he vivido como maestra, es entender por lo que están pasando los chicos, porque cuando estás en la escuela observas que no quieren trabajar, que se sienten mal, que están tristes, sin embargo, a la distancia no puedes percibir si el niño tiene problemas con la tecnología, si a lo mejor está pasando un momento complicado en casa y eso no le permite tener el cien por ciento de su atención en lo académico. Otra, es diseñar actividades que se les hagan entretenidas, dinámicas a la distancia, porque con el encierro y el tedio, se les complica mucho y les parece mucha tarea. Una tercera, es la organización personal como profesora, pues las tareas y la carga de trabajo se vuelven excesivas. Adriana Rossano Gómez, Profesora en nivel Secundaria, sistema privado
Lo más difícil a lo que me he enfrentado es la desigualdad social de mis estudiantes, porque nosotros vivimos en una comunidad rural, donde los medios de comunicación, las redes sociales, el acceso a internet, el tener una computadora o un celular, en muchas ocasiones es difícil, porque no se tiene el recurso para adquirirlas. Muchas veces en el gobierno federal hablan sobre la educación a distancia y que tenemos que fortalecerla, sin embargo, no está contextualizada, porque aquí en los pueblos de Oaxaca es muy difícil cuando no se tiene acceso a internet, a una computadora o a un celular que te permita realizar todas las actividades. Jasibe Mijangos Fuentes, Profesora del Colegio de Bachilleres del Estado de Oaxaca. Pl. 27
Lo más difícil ha sido que mis clases son totalmente prácticas, sí les doy un poco de teoría, pero hay que explicar en un video cómo son los procesos para la realización de una escultura. Cuando alguien tiene un error en el salón, se les explica por qué pasó ese error. Es difícil virtualmente porque solo ves el resultado, y en el aprendizaje del arte el proceso es importante. Además, tengo que hacer tutoriales, por lo que debo tener los materiales aquí y no los tengo, ni los tenía, ya que las papelerías estaban cerradas, así que trabajé con lo poco que tenía en casa. Blanca Flor Reyes Gutiérrez, Profesora de Escuela de Iniciación Artística
Lo más difícil como docente al transitar al ámbito virtual radica en el hecho de que asumíamos que los chavos dominaban las tecnologías o que todos tenían acceso a ellas, sin embargo, fue complicado porque en algunos casos no sabíamos si ellos habían perdido contacto por falta de interés, apatía o situaciones adversas, hasta que poco a poco fueron surgiendo situaciones que tenían que ver con su entorno familiar o su situación económica, algunos empezaron a trabajar. Sus familias adoptaron otras medidas y nosotros no sabíamos cómo atender esas situaciones. Roberto Carlos Valencia Ambriz, Profesor en nivel Medio Superior
Algo que se me ha complicado es la falta de contacto físico y visual, porque no logro identificar sus emociones y sentimientos de la misma manera, no puedo percibirlos, entonces es muy difícil canalizar la atención del grupo. Otra cosa que me cuesta trabajo es el espacio para generar las clases en mi casa. Este espacio que es de la vida privada, finalmente queda expuesto al ojo de todos los alumnos y otros profesores. Esa vida privada que ahora se convierte en vida pública a través de las redes sociales es algo en lo que a veces me siento intimidada y un poco invadida. Además, todas las cargas emocionales de los alumnos que han manifestado tener problemas, tanto de Covid en sus familias, o bien, situaciones económicas alarmantes. Aracely Rojas López, Profesora de licenciatura en sistema privado
Lo más difícil es que no tuve contacto con algunos de mis alumnos, la falta de recursos tecnológicos por parte de los papás y la zona que es un poco conflictiva, además se han registrado muchos casos de Covid. Es una zona violenta donde los papás agreden a sus hijos y esposas. Ahorita todos confinados en un mismo espacio, es muy peligroso. Además, tienen problemas económicos, no sé cómo vamos a dar una clase virtual si los papás apenas tienen para comer, no creo que tengan para una computadora y menos para Internet. Esau Francisco Ronquillo Chiw, Profesor de Educación Primaria