Carta para ustedes, mujeres

A mis hermanas, amigas y compañeras:

He podido ver, leer y sentir cada una de sus expresiones, no sólo de cariño, sino de lucha y aprendizaje a lo largo de este tiempo que hemos compartido en los diversos caminos que hemos transitado juntas. He podido percibir cada uno de sus intentos por crear espacios más dignos y menos violentos contra nosotras. Las he buscado en algunos momentos a cada una de ustedes para expresarles con palabras o acciones, que nos encontramos juntas en esta transformación y que juntas debemos seguir.

Agradezco todos los aprendizajes que he obtenido de ustedes, en las aulas, bibliotecas, bares, cafés, en la casa de alguna de nosotras, en la calle, en nuestros lugares de trabajo, en el bosque o en la montaña. Siempre que hemos tenido una charla, acompañadas de una taza de té, de café, una copa de vino, una cerveza fría o un vaso con soda, me he sentido plena con cada una de ustedes. Sé que tengo amigas diversas, con quienes puedo gritar, hablar, llorar, compartir, pedir prestado, prestar, acompañar, escuchar, viajar, estudiar, soñar, caminar, criticar, analizar y admirar. Agradezco que sean mis maestras, que me enseñen tanto de ustedes como de mí. Agradezco sus mensajes virtuales, sus abrazos presenciales, sus apretones de manos cuando me sienten perdida, sus invitaciones y paciencia porque a veces no las acepto. Agradezco que lean lo que escribo, que me animen a seguir mis sueños, que me pregunten acerca de mi sentir, mis deseos y mis intereses. Gracias, amigas, hermanas, compañeras, por estar ahí, siempre presentes. Sé que no estoy sola.

Ustedes tampoco lo están, estoy ahí para cuando me necesiten, para huir un rato, para ver una película, para desahogarse por las frustraciones, las angustias, las felicidades, para comer pizza o chilaquiles. Estoy para seguir construyendo juntas esos espacios de visibilización del valor de nuestras vidas y nuestras actividades, para seguir dándoles las pataditas cuando inician un nuevo proyecto en sus vidas. Estoy también para escuchar sobre las relaciones violentas en las que están y de las cuales todas ya estamos cansadas. Estoy  para cuestionar y criticar lo que no nos parece, y cuando sea necesario, marchar para gritarlo. Estoy para ustedes.

También les escribo para invitarlas a seguir construyéndonos juntas, respetándonos y acompañándonos en nuestro crecimiento como mujeres, para continuar poniéndonos la gotita de agua que nos permita seguir creciendo y floreciendo. Para seguir pensando y repensando nuestras libertades, injusticias, desigualdades, violencias machistas, y a partir de ello y con nuestros saberes, crear juntas esos espacios en donde nos podamos sentir más seguras, amadas, apapachadas, escuchadas, valoradas y no juzgadas.

Las invito a seguir escribiendo nuestra historia, la que queremos y necesitamos, a cambiar las palabras que no nos gustan, a construir párrafos más hermosos y sólidos en esa hoja de vida. Las invito a seguir diciendo lo que nos incomoda, a seguir contándonos cuando nos acosan o violentan, a seguir exigiendo justicia por las otras mujeres violadas, agredidas con ácido o asesinadas. Vamos juntas a seguir protestando e interviniendo los espacios con arte, conocimiento y rabia. No paremos, amigas, hermanas, compañeras. La pandemia no nos ha detenido y no nos detendrá, porque seguiremos buscando espacios y formas para que nuestros gritos sigan siendo escuchados y disfrutar poco a poco de esa transformación tan anhelada, en la que quepamos como seres humanos que valen y tienen necesidades propias y de grupo. Sigamos creando poemas, instalaciones, artículos académicos, reportajes y videos, fanzines, artesanías, canciones, conferencias, espacios más abiertos y respetuosos, así como relaciones más justas y felices para nosotras.

Créanme, hermanas, amigas, compañeras, que las quiero y admiro por lo que hacen, pero sobre todo por lo que son. Sigamos juntas aprendiendo de las otras, de feminismos y pactos patriarcales, de sororidad y no violencia, de autonomías y emancipaciones, de maternidades deseadas, libres y seguras, de la potencia que tenemos para cambiarlo todo, como dice Verónica Gago en su libro “La potencia feminista”. Sigamos explorando e identificando la estructura patriarcal-capitalista y heteronormada de herencia colonial y regenerando vínculos inmediatos como soporte de nuestra existencia, como escribe Raquel Gutiérrez en su libro “Cartas a mis hermanas más jóvenes”, y en el cual me inspiré para escribirles esta carta a ustedes.

Estamos juntas Blanca, Hilaria, Flor, Sofía, Sara, Karla, Mariana, Elizabeth, Aracely, Carolina, Thalia, Shunashi, Jasibe, Zashary, Adriana, Bárbara, Elisa, Alejandra, Danne, Jessica, Pilar, Nectly, Ana, Daniela, Silvia, Verónica, Aida, Aileen, Angélica, Carla, Laura, Betania, Rasha, Diana, Susana, Joana, Viridiana, Sandra, Gloria, Brenda, Cristina, Isabel, Mirna, Chary, Luisa, Pamela, Ninoshka, Iveth, América, Veneranda, Argelia, Andrea, Anali, Guadalupe, Areli, Amarela, Ruth, Wendoly, Delia, Rosa, Carla, Italivi, Laura, Martha, Camila, Xóchitl, Fabiola, Erika, Luz, Diana… y más, muchas más que nos acompañamos en este gran reto de reconstrucción. A veces no conocemos nuestros nombres, pero ahí seguimos, en el mismo camino.

Las abrazo con cariño.

NOTA: Los libros mencionados los editan y distribuyen grandes mujeres en el proyecto independiente de Bajo Tierra Ediciones. Se los recomiendo.

Dulce Reyes

Licenciada en Comunicación y Maestra en Estudios para la Paz y el Desarrollo, ambas por la Universidad Autónoma del Estado de México. Es periodista y se ha desempeñado también en la academia como investigadora de temas sociales.

Ver todas las entradas de Dulce Reyes →

Deja tu comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *