Infancias y cuentos de pandemia

Érase una vez un mundo que paró. Las escuelas vacías y las casas llenas. Las computadoras encendidas y los abrazos apagados. Los adultos preocupados y los niños y niñas también. En ese entonces las cosas se tornaron difíciles, algunas se descontrolaron y otras encontraron su lugar, se reacomodaron. Se dice que a un pequeño virus con apariencia de corona solar le gustó la Tierra y quiso quedarse a vivir ahí. Se le hizo de noche y no pudo volver a su planeta, buscó donde dormir y encontró un lugar calientito. Se encariñó de los adultos y decidió acompañarlos por las tardes en su soledad. Sin embargo, mientras se quedaba a su lado, los adultos se comenzaban a sentir mal y el pequeño virus no entendía por qué, así que los abrazaba más fuerte para acompañar su dolencia. Érase una vez… un cuento que no fue cuento.

El pasado mes de julio le pregunté a la pequeña Sofía de 9 años “¿Cómo te sientes?”. Ella me contestó: “¿Cómo me voy a sentir? ¡Esto parece una cárcel!”. Desde inicios de marzo, Sofía, como muchos niños y niñas en el mundo, ha estado en encierro obligatorio por causa de un virus parecido a una corona solar. No ha podido ir al parque de diversiones, tampoco a comer palomitas al cine, no ha podido nadar, caminar por el mercado, ni abrazar a sus amigas con quienes corría por el patio de la escuela. Sofía no ha podido salir de su casa, por prevención, por eso está experimentando el año 2020 como estar en una prisión.

De acuerdo a la Encuesta Intercensal 2015 de INEGI, en México viven 39.2 millones de niños, niñas y adolescentes de cero a 17 años, que representan el 32.8% de la población, misma que está enfrentado la crisis por la pandemia del Coronavirus, como cualquier adulto preocupado por la economía y sus cambios de planes en el 2020.

Ellas y ellos, se encuentran en encierro constante o permanente. Sus vidas y planes también se han visto modificados a causa de la pandemia. Se han tenido que adaptar a las nuevas dinámicas familiares, escolares, laborales, económicas y sociales, según sea su caso. Sus vidas se han visto alteradas, lo que también les ha generado mucha incertidumbre y ansiedad. Aunque pareciera que ellos y ellas “sólo deben estudiar, no tienen más preocupaciones”, como dicen algunos padres, la realidad es que son seres humanos sensibles y pensantes, lo que les genera la misma necesidad de ser y hacer como a los adultos, pues tienen sus propias necesidades, preocupaciones, formas de relacionarse y emociones.

Desde inicios de la pandemia se han levantado diversas voces exigiendo duplicar los esfuerzos para resguardar los derechos humanos de los niños y niñas, principalmente de quienes viven en barrios marginales, campamentos de refugiados o zonas de conflicto, como dijo el Secretario General de la ONU, António Guterres.

A pesar de que son un grupo social que se ha librado de los síntomas más graves de la enfermedad, sus vidas han sido trastocadas por la falta de servicios digitales, alimentarios, de seguridad y escolares. Además, muchos y muchas niñas son víctimas de violencia en el hogar o testigos de ella, se han visto obligados a encerrarse con sus agresores, pues incluso, más de 100 países han interrumpido sus servicios de protección a la infancia, lo que ha incrementado los riesgos de que niños y niñas sufran actos de violencia, explotación y abuso, esto a su vez, aumenta sus niveles de estrés e infelicidad, de acuerdo a un estudio realizado por la UNICEF en 136 países del mundo.

Como podemos ver, lo que comenzó como una emergencia sanitaria, se ha convertido también, en una emergencia por el cuidado de las infancias desde diferentes frentes: la familia, el Estado, los medios de comunicación y la comunidad. “¿Cómo te sientes?”, sería una buena forma de comenzar una charla con ellos y ellas, para saber la manera en que están experimentando la pandemia por el Covid-19.

Entre las recomendaciones de la Organización Panamericana de la Salud a los padres de familia y cuidadores están: Dedicar un tiempo a cada niño, felicitar a los niños por algo que esté haciendo bien, establecer una rutina diaria flexible, tomarse un descanso como cuidador o cuidadora, mostrarse dispuestos a conversar acerca del tema con sinceridad y honestidad.

Algunas instituciones y asociaciones civiles han generado una serie de documentos de apoyo, dirigidos a padres de familia y cuidadores, para aprender a lidiar con las consecuencias de lo que están viviendo niños y niñas. Uno de ellos, es el cuento “Mi heroína eres tú. ¿Cómo pueden los niños luchar contra el Covid-19?”, que se puede revisar en la página de la Organización Mundial de la Salud, y que tomó en cuenta a más de mil 700 niños, padres, cuidadores y maestros de todo el mundo, quienes compartieron cómo estaban lidiando con el inicio de la pandemia de COVID-19. Fue un proyecto del Comité Permanente entre Organismos sobre Salud Mental y Apoyo Psicosocial en Situaciones de Emergencia, apoyado por más de 50 organizaciones del sector humanitario. Es un libro que está dirigido a niños de 6 a 11 años y ha sido traducido en una gran variedad de idiomas, entre ellos, el español. También existe el libro “El virus malvado y los niños poderosos” de Daniel Cavalcanti Campos, que está ilustrado de manera muy creativa. A continuación presento algunos fragmentos de esos textos que pueden servir como apoyo a las infancias en momentos de pandemia.

“A veces lo más importante que podemos hacer como amigos es protegernos los unos a los otros”, dijo Ario. “Incluso si eso significa mantenernos alejados por un tiempo”.

“Podemos hacer todas estas cosas por los demás”, dijo Leila. “Y un día, todos podremos jugar de nuevo y volver a la escuela como antes”, dijo Salem.

Fragmento de Mi heroína eres tú

Cada uno desde su hogar, Beto, Bia y Biel extendieron sus poderes por todo el mundo y llegaron a todos los niños, incluso a los que estaban lejanos y aislados. Ahora ellos también eran superhéroes y superheroínas. ¡Este virus no puede con nada! ¡Perderá esta batalla!

¡Quédense en casa! ¡Lávense las manos! ¡Escuchen música! ¡Canten y bailen! ¡Escriban poesía! ¡Lean libros y vean películas! ¡Y todos estaremos bien!

Fragmento de El malvado virus y los niños poderosos

Los materiales que aquí se mencionan y muchos más, se pueden encontrar aquí.

Dulce Reyes

Licenciada en Comunicación y Maestra en Estudios para la Paz y el Desarrollo, ambas por la Universidad Autónoma del Estado de México. Es periodista y se ha desempeñado también en la academia como investigadora de temas sociales.

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